Cómo te hablas cuando observas un defecto o cometes un fallo? ¿Qué tipo de lenguaje empleas? ¿Le hablarías igual a alguien que quieres?
Sabemos que detrás de la autocrítica es común encontrar baja autoestima y sentimientos de insuficiencia. Puede presentarse como una estrategia para defenderse de entrar en contacto con esa sensación de sentirse no suficiente: “Si me critico yo, ya no hace falta que lo hagas tú”. Así se evita lo que más se teme, la crítica y el juicio negativo de otra persona.
La autocrítica puede tener su origen en la infancia. Por ejemplo, crecer en un ambiente exigente y con padres o cuidadores muy críticos puede desencadenar que los y las menores interioricen esos mensajes y/o asuman la autocrítica como una herramienta útil de motivación necesaria para conseguir sus objetivos. Pero cuando utilizas la autocrítica contigo, ¿te sientes más motivado/a?
¿Qué te hacen sentir esos mensajes tan duros hacia ti?
La autocrítica no solo puede aprenderse en el ámbito familiar, sino que también se ve influenciada por la cultura en la que vivimos. Las normas, valores y expectativas sociales tienen un papel crucial en nuestra percepción y evaluación de nosotros mismos. En una sociedad individualista y centrada en el éxito, el fallo es algo a evitar. Por eso, solemos culparnos cuando no alcanzamos nuestras metas. Sin embargo, es fundamental reconocer que puede haber diversas razones y factores detrás de un objetivo frustrado.
¿Por qué nos criticamos?
Cuando la crítica se pone en marcha, una parte de ti se siente con el control ya que es la que está con el látigo en la mano. Esta falsa sensación de control es agradable ya que nos brinda la ilusión de que si me critico por mis defectos significa que estoy poniendo medidas para corregirlos. Sin embargo, sabemos que esto es engañoso y nos encamina a problemas de autoestima e insatisfacción personal en lugar de ayudarnos a mejorar.
Crecer en un ambiente crítico fomenta la idea de que seremos aceptados solo si somos perfectos. Ante esta idea, la autocrítica se presenta como la solución perfecta para alcanzar la perfección necesaria para sentirnos dignos y dignas de amor. Dado que la perfección es imposible, crecemos internalizando la idea de que el rechazo es algo inevitable. Ante esta situación, nos protegemos a través de la idea de que la autocrítica nos prevendrá de cometer errores, evitando así las críticas de los demás.
¿Qué es y qué no es la autocompasión?
La compasión se define como “Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien” (Real Academia Española, s.f.). La autocompasión consiste en lo mismo: tomar conciencia de nuestro sufrimiento para tratarnos con amabilidad y cuidado, brindándonos el mismo apoyo y comprensión que ofreceríamos a un ser querido en momentos difíciles. Por el simple hecho de ser personas, somos dignas de recibir buen trato y, por lo tanto, de recibir compasión.
La autocompasión puede ser entendida con recelo como una forma de rendirse ante los errores y las dificultades para no hacernos responsables de nuestros fallos. Sin embargo, la autocompasión sí nos ayuda a entender nuestras posibles áreas de mejora para cambiarlas desde la calma. Al tratarnos con afecto y consuelo incondicional, somos más capaces de cuidar nuestro bienestar para comenzar el cambio que necesitamos.
¿Qué beneficios tiene?
Como ya hemos visto, la autocrítica no es efectiva para el cambio, mientras que la autocompasión es un fundamento sólido para el mismo. Aunque la autocrítica nos hace sentir temporalmente seguridad, la autocompasión nos permite aprender de nuestros errores y comprometernos con nuestras metas. Ante el sufrimiento, tratarnos con cariño puede aliviar nuestro malestar y encontrar la calma que nos ayuda a identificar las soluciones de forma más clara orientándonos al cambio.
Los estudios ofrecen una evidencia sólida sobre los beneficios de la autocompasión. Se ha encontrado que la autocompasión está asociada con una disminución en los niveles de ansiedad y depresión. También se ha evidenciado que existe una relación entre la autocompasión y el bienestar psicológico en términos de felicidad, optimismo, y relaciones satisfactorias.
¿Cómo se pone en práctica?
Vamos a ver 3 enfoques claves que pueden ayudarnos a acercarnos a la autocompasión:
1. Diálogo interno amable: Tratarnos con amabilidad cuando sufrimos o nos sentimos insuficientes. Reconocer que tenemos derecho al fallo, y ofrecernos cuidado y comprensión nos ayuda a afrontar mejor la situación.
2. Humanidad compartida: Al enfrentarnos a nuestros defectos podemos sentir que somos la única persona que comete errores. Frente a esa sensación de soledad, la compasión nos permite darnos cuenta de que el fallo forma parte de la experiencia humana. Así, lograremos no compararnos con las demás personas y conseguiremos una perspectiva más amplia y comprensiva de nuestra experiencia.
3. Atención plena: La atención plena implica observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos ni suprimirlos. Consiste en ser conscientes de nuestro dolor en el presente para tomar perspectiva y entender con claridad y equilibrio qué nos ocurre y qué necesitamos.
Referencias:
Neff, K. (2012). Sé amable contigo mismo. Paidós.
Neff, K., Kirkpatrick, K., & Rude, S. S. (2007). Self-compassion and adaptive psychological functioning.Journal of Research in Personality