Cuando en redes sociales o internet nos encontramos con información sobre el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y sus posibles señales pensamos, “¡pero si esto mismo es lo que me pasa a mí! No será que yo tengo TDAH…”.
La falta de concentración, olvidar cosas y la ausencia de motivación nos hacen pensar que podríamos estar experimentando está dificultad. El TDAH es una condición neuropsiquiátrica que se caracteriza por dificultades persistentes en la atención, la hiperactividad y la impulsividad.
Siempre podemos ponernos en las manos de profesionales que puedan resolver estas dudas. Sin embargo, esta preocupación generalizada en la población nos invita a plantearnos si hay otras razones que puedan estar detrás de nuestra dificultad para concentrarnos.
Esta misma pregunta fue abordada por el periodista Johann Hari, quien se dedicó a investigar y reunirse con personas expertas de todo el mundo que también se cuestionaban el porqué del declive de la atención y las posibles razones detrás de este. Los resultados de su investigación se resumen en 10 factores que contribuyen a la pérdida generalizada de atención en la sociedad contemporánea.
Desde la sobrecarga de información hasta el diseño adictivo de las redes sociales, cada elemento desempeña un papel crucial en la desconcentración que enfrentamos hoy en día.
10 causas detrás de la pérdida de atención
1. La sobrecarga de información:
En un mundo donde la información fluye sin cesar, la capacidad de concentrarse en un solo elemento se ve comprometida. Nos enfrentamos a la constante tarea de mantenernos al día, responder correos electrónicos, y contestar a todos esos mensajes que nos llegan a nuestro teléfono. Cuanto más nos sumergimos en el mar de datos, menos tiempo tenemos para profundizar en temas específicos. Esta sobrecarga no solo agota nuestra atención, sino que también sacrifica la profundidad en todas las áreas de nuestras vidas como en el trabajo o en nuestras relaciones sociales.
2. La multitarea:
Hacer varias cosas a la vez, no nos hace más veloces. La creencia de que la multitarea es útil para aumentar la productividad ha sido desmentida desde la investigación. Alternar tareas nos hace menos eficientes: nos volvemos más lentos/as, cometemos más errores y nuestra creatividad disminuye. En entornos de oficina, rara vez tenemos tiempo ininterrumpido para trabajar. Por ejemplo, en estudios se ha comprobado cómo el alumnado que recibe mensajes tienen un rendimiento un 20 % peor. Esto sugiere que el constante uso de teléfonos inteligentes nos hace perder entre un 20 % y un 30 % de nuestra capacidad de atención.
3. El sueño:
El sueño es crucial para la atención. Si no dormimos lo suficiente, nuestro cuerpo lo interpreta como una emergencia, activando el sistema nervioso simpático que sirve para protegernos ante posibles amenazas. Esto desencadena cambios fisiológicos para enfrentar la supuesta emergencia que pueden agotarnos a medio o largo plazo, ya que estos cambios implican un gasto de energía considerable influyendo en nuestra capacidad de concentración.
4. La lectura:
La lectura, una forma fundamental de concentración, se ve afectada por nuestra cultura de distracción constante y nuestros hábitos con la tecnología. Leer libros nos permite una concentración profunda y sostenida, mientras que la lectura en pantallas fomenta saltos rápidos de información, afectando a nuestra comprensión y memoria. Estudios muestran que la lectura en pantallas resulta en una comprensión y retención menores en comparación con la lectura en papel, generando una brecha en la comprensión entre ambos medios.
5. La divagación mental:
La divagación mental es dejar que la mente se mueva libremente, explorando pensamientos sin límites. El constante bombardeo de estímulos, como las notificaciones de redes sociales, los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp y la publicidad en línea, dificultan la concentración y la reflexión. Esta atención al mundo exterior no nos permita dirigir nuestra atención a nuestro interior y nos impide reflexionar profundamente, afectando la calidad de nuestro pensamiento y haciéndonos más vulnerables a nuevas distracciones y perder nuestra atención.
6. Diseño adictivo de las redes sociales:
Las redes sociales han sido meticulosamente diseñadas para capturar y retener nuestra atención. Están diseñadas para que el tiempo que pasamos en ellas siga aumentando y aumentando. La invención del Scroll infinito que hace que podamos ver contenido deslizando hacia abajo una y otra vez sin necesidad de hacer clic en ningún momento, o los algoritmos que priorizan el contenido provocativo para atraparnos y distraernos más, cumplen su objetivo de engancharnos. El resultado es una disminución en nuestra capacidad de concentración y una mayor susceptibilidad a la manipulación emocional.
7. Estrés y Ansiedad:
Cuando estamos bajo estrés, nuestro cuerpo y mente se enfocan en identificar y responder a la amenaza percibida. Situaciones estresantes, como problemas en el trabajo, dificultades económicas o vivir en un entorno disfuncional o abusivo, pueden activar esta respuesta de alerta. Esta constante hiperalerta dificulta nuestra capacidad de concentrarnos en otras áreas de la vida, reduciendo nuestra capacidad de atención.
8. Dieta deficiente y contaminación:
La calidad de nuestra dieta y el entorno en el que vivimos también pueden afectar a nuestra capacidad de atención. Estudios han demostrado que ciertos aditivos alimentarios y la exposición a la contaminación pueden afectar negativamente nuestra capacidad de concentración, especialmente en la infancia.
9. Aumento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH):
El diagnóstico de TDAH está aumentando, con algunos profesionales preocupados por un exceso de diagnósticos, generalmente, en niños muy activos, y una falta de diagnóstico, predominantemente, en niñas con problemas de atención. Diferentes profesionales se cuestionan si los cambios en el estilo de vida infantil contribuyen al aumento de los diagnósticos o de los síntomas de TDAH, y si el tratamiento se está abordando adecuadamente. Donde sí encontramos consenso es en que el entorno caótico puede ser un factor crucial en el desarrollo del TDAH, con los síntomas manifestándose como respuesta a las circunstancias.
10. Confinamiento psicológico y físico en la infancia:
Las investigaciones han vinculado el juego al aire libre en la infancia con la atención, pero muchos niños y niñas ahora crecen sin esta oportunidad. Los efectos del juego al aire libre son varios: el ejercicio físico mejora la atención, pero el tiempo confinado frente a pantallas puede disminuirla. Además, estar confinado en interiores puede aumentar la inquietud y la ansiedad, dificultando la concentración. El juego libre, antes común, ahora está siendo reemplazado por actividades dirigidas por adultos, lo que podría reducir la motivación genuina de los niños y niñas para enfocarse en lo que les interesa, privándolos de la oportunidad de elegir y explorar sin sentirse obligados.
De la misma manera, en la edad adulta, las largas horas de trabajo sin interrupciones pueden disminuir la capacidad de atención y la productividad. Estudios han demostrado que las cargas de trabajo excesivas pueden ser insostenibles y contraproducentes en términos de atención y rendimiento laboral.
Conclusiones
No podemos obviar que existen factores genéticos que pueden predisponer a ciertas personas a tener problemas de atención. Sin embargo, el entorno juega un papel crucial en su manifestación. Factores como el estrés, la dieta y la exposición a toxinas ambientales pueden influir en la expresión de los genes relacionados con los problemas de atención.
En conclusión, aunque hay factores externos que afectan nuestra atención sobre los que no tenemos control, podemos trabajar en aspectos que la mejoran, como la meditación, estrategias de concentración y buenos hábitos. Fomentar el juego en la infancia, dedicar tiempo a la concentración profunda en la edad adulta, leer, permitir que la mente divague, hacer ejercicio, dormir bien y comer nutritivamente son esenciales. Debemos evitar distracciones como la multitarea, los estímulos abrumadores, la tecnología intrusiva, el estrés y la mala alimentación. Además, Johann Hari sugiere medidas sociales como un internet más seguro, cambios en el trabajo para reducir el cansancio crónico y una infancia centrada en el juego.