Es probable que tengas una idea general sobre qué significa el concepto de autoestima. Sin embargo, es común encontrarnos con personas que no están tan familiarizadas con el término “asertividad” y aún menos, con cómo se conecta con la autoestima.

Una autoestima saludable, basada en la aceptación incondicional, es fundamental para poder comunicarnos de manera asertiva. Una autoestima sana se relaciona con que cada persona conozca cuáles son sus cualidades, deseos y derechos. De este modo, al conocer todos estos aspectos de nuestra persona, podremos atender y cuidar nuestras necesidades, y seremos capaces de comunicarlas de forma clara y segura a los demás. Gracias a esto, asumimos la responsabilidad de encontrar y conseguir nuestro propio bienestar sin esperar que los cambios que nos harán felices vengan del exterior.

Relación entre autoestima y asertividad

 

Para poder conocer la relación entre autoestima y asertividad, también debemos entender en qué consiste esta última.

La asertividad es un estilo de comunicación que implica la expresión directa de nuestras necesidades, emociones y opiniones. Nos ayuda a defender nuestros derechos al mismo tiempo que respetamos los de los demás. Este tipo de comunicación se sitúa a medio camino entre dos extremos que están totalmente relacionados con una autoestima dañada: el agresivo y el inhibido o sumiso.

El estilo de comunicación agresivo busca la satisfacción personal sin reparar en los derechos de las demás personas, sin establecer un equilibrio adecuado entre expresar las propias necesidades y respetar los derechos y perspectivas de las demás. Estas personas viven centradas en sus intereses e imponen su postura para poder conseguirlos. Puede parecer que este tipo de personas tienen una alta autoestima; sin embargo, detrás de esa fachada, se encuentra un sentimiento de vulnerabilidad.

Y en el otro extremo, nos encontramos con el estilo de comunicación inhibido o sumiso. Se caracteriza por considerar que los derechos e intereses del resto siempre pesan más que los propios, es decir, son más importantes. Estas personas tienen miedo de expresar sus opiniones o defender sus derechos, por temor a ser rechazadas o no ser aceptadas.

Por otro lado, las personas con una autoestima saludable tienden a ser más asertivas en su comunicación. Se sienten seguras de sí mismas y no dependen tanto de la aprobación externa. Pueden expresar sus necesidades y opiniones sin temor a ser juzgadas, lo que facilita una comunicación más abierta y honesta. Además, tienen la capacidad de establecer límites claros y respetar los derechos de los demás al mismo tiempo.

Es importante destacar que la autoestima y la asertividad son habilidades que se pueden desarrollar. Si alguien tiene dificultades en estas áreas, puede trabajar en fortalecer su autoestima, reconociendo y valorando sus propias cualidades, y también puede aprender estrategias de comunicación asertiva para expresarse de manera más efectiva.

En resumen, una autoestima saludable y la capacidad de comunicarse de forma asertiva están estrechamente relacionadas. Ambos aspectos se alimentan mutuamente y son fundamentales para el bienestar personal y las relaciones interpersonales satisfactorias.